Los Pumas,
¿a qué obedece este mote? Es la preguntan que se hacen las nuevas generaciones
cuando nuestros máximos exponentes internacionales lucen en el logo o escudo,
un Jaguar. La historia nació en el año 1964 cuando Argentina efectuó su primera
gira internacional por Sudáfrica, invitada especialmente la Unión Argentina de
Rugby por los sudafricanos, nuestros padrinos.
En un
determinado momento un periodista se acercó a un jugador y le preguntó ¿de qué
animal se trataba el que lucían?; la respuesta fue rápida, pero errónea: un Puma. Allí, en ese mismo instante,
el quince argentino recibió su bautismo internacional, con el cual se codearía
en el futuro con los Springboks, de Sudáfrica; All Blakcs, de Nueva Zelanda;
Wallabies, de Australia; Gallos, de Francia; Rosa, de Inglaterra; Águilas, de
Estados Unidos, entre otros países.
La máquina
se había echado a andar y nada pudo hacerse en Buenos Aires para detener el
desaguisado ante el resto del mundo, en especial cuando surgió la iniciativa de cambiar el
Jaguar por el Puma. Hubo tremenda oposición de los veteranos, en especial de
aquellos que aún formaban parte de la “vieja guardia” conservadora. Desde esa
aventura de nuestro rugby por el continente africano que los Pumas son Pumas y
el bautizo de fuego como tales llegó en el mismo año de esa inolvidable gira
cuando en el Ellis Park, de Johannesburgo, nuestros muchachos ante el asombro
del mundo entero, les ganaron a los Juniors Springboks, el equipo B de los
sudafricanos. Un recuerdo especial para un grande y primer capitán de los
Pumas, Bernardo Otaño, recientemente desaparecido. (Roberto G. Vitry, El Tribuno,
Salta, viernes 10 de junio de 2004)
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