Fue el domingo 31 de julio de
1955 cuando en la cancha del A.5
(Quinto de Artillería), disputaban un partido oficial los clubes Spaghetti y Gimnasia y Tiro. Dirigía el Escribano Aldo Melitón Bustos (desaparecido) -uno de los fundadores de Medellín R. C.-, y el mismo finalizó 8 a 8. El domingo 8 de agosto,
una semana después y encontrándose Bustos en la cancha presenciando un partido,
fue abordado por un dirigente de Gimnasia y Tiro y tras preguntarle si él había
dirigido el partido Spaghetti-Gimnasia, procedió a retarlo a duelo. El redivivo
caballero de la Edad Media, no era
otro que Pedro Gilabert, español de
nacimiento y peluquero de profesión, quien tenía su salón de atención al
público en calle España al 400, entre Deán Funes y Zuviría, colindante con el
restaurante “La Madrileña”, del
españolísimo don Blas Giménez. A su vez y para echarle más pimienta al momento
tan especial, Gilabert, a quien lo apodaban jocosamente “tijera maldita”, le espetó a Bustos “que por su hombría de bien -si la tenía- no le permitía eludir el
compromiso inédito en este deporte llamado de “caballeros”. Duro golpe para
aquellos que siempre abonaron el concepto de que los “gallegos” eran brutos.
Pedrito los descolocó a todo con esa expresión de “deporte de caballeros”.
Aldo Melitón Bustos, después
desaparecido en época oscura de la subversión, fue acusado de parcialidad y por
ello “había privado a Gimnasia de un
merecido triunfo”. Como siempre sucede con estas cosas disparatadas, no
pasó nada de nada. Las aguas se calmaron, aunque Gimnasia y Tiro solicitó a la
Unión de Rugby del Valle de Lerma -entonces denominada así-, que no quería que
“en
los futuros compromisos oficiales los dirigiera un bombero”.
Chanzas, risas, cargadas y muchas otras cosas más, propias de un
ambiente donde todos se conocen, pusieron un manto de olvido al sonado duelo
frustrado. Pedro Gilabert o “Tijera maldita”, con el tiempo emigró
de vuelta a su querida “madre patria”, vale decir, la patria de él. Con el
tiempo regresó de vacaciones, casado, pero aun soportando los embates de los
memoriosos que recordaban el incidente. Recuerdo que alguien le dijo algo
cierto: “Pedro “Tijera” Gilabert, vos tenías que mandarle tus padrinos para que lo
reten a Bustos en tu nombre. El caso estaba invalidado y quedaste pagando. ¿No
sabías como es el estilo de los duelos?” En febrero del 2008 estuvo de
nuevo entre nosotros y le recordé personalmente el incidente, respondiendo
sonriente y sabiamente: “te acuerdas ¿qué
tiempos aquellos, no?”
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