domingo, 26 de febrero de 2012

Salta Polo Club inaugura su cancha en 1959

  Después de cuatro años de inactividad Salta Polo Club retornó a la actividad oficial. Aprovechó dos ocasiones propicias para que ello ocurra: primero, la desaparición definitiva de Güemes Rugby Club -fundador de la Unión de Rugby del Valle de Lerma en 1951- a fines de 1958, absorbiendo parte de su plantel, y segundo, la presencia de oficiales, suboficiales y soldados, todos rugbiers. Comenzó jugando el torneo Preparación, a una rueda, con el que se iniciaba la actividad oficial. Trascendía el entusiasmo de tal manera que pronto decidieron presentar su cancha dentro del predio del Salta Polo, utilizando para ello el terreno que los polistas usaban como “picadero” antes de los partidos.
La misma fue inaugurada el domingo 24 de mayo de 1959, con la ceremonia previa de inauguración oficial y la bendición de la cancha a cargo de Capellán del Ejército, padre Pedro Kemerer. Después se inició el partido oficial entre Tigre y Gimnasia.  Por la mañana ofrecieron un asado a todos los invitados en el cual no faltó nada, vino incluido, y esto trajo seria consecuencia para un jugador de Tigre que confundió el agasajo inaugural con el clásico “tercer tiempo”, poniéndose “hasta el anco” antes de tiempo. El infractor fue individualizado como el tucumano “BafaFrías Silva quien, en ese estado deplorable, pretendía jugar “sí o sí”. Mario Clément (foto derecha), capitán de Tigre, le “bajó el pulgar” y el Bafa, “out” (foto izquierda). Pero reaccionó como todo tucumano cuando resulta “tocado a fondo”, sentenciándolo con esta brutal promesa: “te lo vua hacé comelo con el “familiar” (dibujo) que lo tenimo en el ingenio i’Tucumán si no me lo hací jugá. Mirá que nadie se loa salvao y se lo tenimo que dasélo un negro en la Navidad”. ¿Se cumplió la sentencia? Comentan que desde este episodio Mario Clément “no viajó nunca a Tucumán por aquello de “por sí las brujas”, y a todo esto ya pasó medio siglo” (2011).
Pero quienes más disfrutaron de la situación fue la changada de la cuarta de Tigre (hoy casi todos abuelos) los que comentaban jocosamente: “Se lea cáido el carné al Bafa, no lo juega”, “Al Bafa se lo dicen trece, porqué lo sobra en la docena”, “El Bafa loé el único caso que sin jugalo lo’tá machucao como milanesa i’fonda”, “Se loa dicho al Mario que se loa olvidao el carné en la casa” y cuantas historias más, breves pero picantes y sabrosas, enhebraron los changos aquella tarde en la cual fueron testigos cuando Tigre perdió sobre la hora a su pilar titular por estar “machucado”.
  Por supuesto que todos estos comentarios de la víspera cobraban otra dimensión en la mesa de café de la City ubicada en Mitre y España, un “mentidero” donde no solo se daban cita rugbista, también los había de otras layas, entre ellos “arbolitos” vendedores de dólares, hoy conocidos públicamente en las afueras de esta esquina donde la City es una lejana añoranza en la actualidad, ignorando las nuevas generaciones de que estamos hablando. Para estos “arbolitos” el carnaval duró hasta la llegada de AFIP, aunque sin desaparecer porqué “esbozados”, le dan vida al “paralelo”. Allí también se cerraron muchas transacciones inmobiliarias, comerciales, bancarias, de seguros, etcétera. 
Se equipó, salió a la cancha y no tocó pelota
  Por la tarde, tras la ceremonia de inauguración, los equipos estrenaron el ex “picadero” -que después volvería a ser tal-, presentando como novedad Gimnasia el debut del veterano cordobés Carlos Sappia (+), quien era poseedor de un extenso historial, según contaban los allegados “albos” para “meterle miedo” a los “taxistas”.
Este mote tenía su origen en los colores negro y amarillo a cuadro que lucían en sus camisetas. Por ese entonces se conoció la Ordenanza Municipal de que todos los taxímetros de la ciudad debían lucir los mismos colores: negro y amarillo. En un anecdotario de rugby me referí a este mentado debut de Sappia. El pobre no llegó a tocar la pelota. El fullback “Vitito” López (+) lo probó con una pelota alta, al fondo, pero al otro costado de donde se encontraba Sappia, que ocupaba la misma posición. El cordobés picó con todas sus energías, pero una de las “gambas” le dijo “nones” ya que a poco de correr, cayó como consecuencia de un desgarro, siendo retirado de la cancha. Ganó Tigre y el Bafa, que “hinchaba” por Gimnasia, se llamó a silencio pero “bien regado” por dentro y bendecido desde el Olimpo por el dios Baco. Gimnasia con uno menos, resignó toda su chance de competir con éxito esa tarde ante Tigre.
Cuando el “gallego” Haro se convirtió en Samoré
  En ese “picadero” convertido en cancha, se produciría después un hecho jocoso, aunque desagradable y que está narrado en la historia del Gallego “San Juan” Haro. Fue cuando el capitán de Jujuy R. C. lo “bailó” a un colimba en el ingol, después de que Oscar Haro lo hiciera jugar de “lavatripas” al joven milico que nada hizo por tacklearlo. El capitán de los jujeños era Capitán del Ejército, el árbitro nada menos que el “colimba” “Tizón” Villagrán y el “mandamás” de Spaghetti, el “Gordo” Cuevas quien, convirtiéndose en “general”, le ordenaba a Tizón que expulsara a Di Lella, mientras la “PiruchaTobío, “hijita y díai” para alimentar la caldera con insultos, “aconsejaba” al pobre Tizón: “tení que epulsalo al milico desalmao ese”.
Esa tarde resultó inolvidable para nuestra historia rugbística, por estos acontecimientos desagradables para el “espíritu del rugby” pero que terminan por retroalimentar a éste. Finalmente todo se calmó. El partido continuó hasta el pitazo final de Tizón, quien “sopló” tan fuerte el pito, que éste jamás fue encontrado. Cuentan que el Tizón Villagrán era asistente de un oficial, también integrante del equipo de Salta Polo, pero esto no fue impedimento para que un “zumbo”, esos molestos que siempre existen, le dijera: “Se loa salvao de que se lo mandemo a patíalo pingüino a la Antártica reclutón, ¿por qué no loa echao al Capitán, ¿ah, ah?”
  En este partido salió ganancioso en prestigio “San JuanHaro, a quien se debe la prosecución del partido ante la algarabía de la changada joven de los “espinacas” que hacían sus primeras armas en la división superior. Los jujeños son un capítulo aparte en la historia del rugby salteño, pese a que siempre se los ayudó para que participaran en las competencias oficiales de la Unión.
  A esto debo agregar que en esos tiempos se jugaban los partidos con 31 árbitros: el oficial y treinta jugadores. Para muestra basta un botón, como dice el refrán. Se jugaba en el A.5 un sábado a la tarde un partido de cuarta división entre Spaghetti y Gauchos. Por esos años Spaghetti contaba con un buen equipo y también con un lungo que frisaba los dos metros: Hermann. Éste cayó cuan largo era, apoyando la pelota en el ingol claramente sobre la línea, lo que fue objetado por un jugador de Gauchos, el siempre “fosforito” del equipo que no era otro que el “ColoradoDíaz (fallecido). Le reclamaba al árbitro que el try no valía porque el lungo “tenía que apoyar la pelota dentro del ingol, pero con él también adentro”. Debían intervenir los mayores para hacerle entender que eso era correcto. Pero casos análogos a estos, existen a montones. Eran tiempos en que carecíamos de verdaderos maestros para las inferiores. Épocas en que el jugador era de todo: dirigente, entrenador, hincha, pintador de cancha, kilombero, aunque en el A.5 teníamos que pintar las piedras que formaban parte del campo de juego.

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